Historia de la casa

La Casa Hogar Niño Jesús

Una familia como las otras, donde simplemente hay muchos chicos. Al principio de esta casa, el padre Alain Leroux. Sacerdote francés de la diócesis de Bayeux-Lisieux y miembro de la comunidad del Pan de Vida desde hace 30 años, el padre declara :




« Cuando llegué al continente de América latina, en Lima (Perú), tuve un estremecimiento interior delante de la miseria de los chicos que perseguían nuestro carro para pedir la caridad.(en ese tiempo se les llamaba “pirañitas”). Dos meses después, estuve recorriendo las calles de Arequipa, recibiendo sus testimonios y sus confidencias, entonces decidí albergar un pequeño grupo de ellos, en la casa parroquial. Eran seis, no había pensado en fundar una casa hogar, sino solo responder a la necesidad urgente de algunos chicos . Desde ese momento, entre los que se van y los nuevos que llegan, son 35 chicos que viven en una bella casa que les construimos. Esto lo que podremos llamar una pequeña acción, aunque sea una familia numerosa, estoy consciente que entre la multitud de chicos abandonados en las grandes ciudades del mundo, esta acción es como una gota de agua en el mar, pero si nadie hace algo por un chico que sufre, ¿para qué hablar del Cristo? Predicar a Dios sin querer al prójimo, es perder su tiempo.»



Una parte de los niños que llegan a la casa vienen de la Sierra (montanas) y de la Selva. De manera general, son regiones más rurales, cuya tasa de pobreza esta más elevada que la de las regiones urbanas. El trabajo juega un papel importante, ya que los padres de familia no tienen suficientes recursos económicos para solventar los gastos de sus hijos, ya sea de alimentación, vestido y educación.


Al encontrarse en esta situación los padres de familia optan por buscar nuevos centros de trabajos y en lugares lejos de su familia, por ende los hijos se encuentran en la necesidad de tomar sus propias decisiones, ya sea de irse a las calles o buscar un trabajo forzado para su corta edad. Caso contrario sucede con padres que son mas autoritarios que obligan a sus hijos a trabajar para así poder contribuir con la familia.


Hace falta mencionar la transformación de una sociedad peruana « tradicional », forzada a abrirse al mundo exterior. Para las poblaciones que viven en la Sierra o en la Selva, esta transformación de la sociedad desemboca sobre una perdida de valores ancestrales y familiares que consolidaban estas comunidades. Por ejemplo, en la cultura Quechua (el pueblo indígena mayoritario en Perú), tres mandamientos predominaban como leyes en la vida de los pueblos indígenas: « Ama Sua » (no seas ladron), « Ama Quella » (no seas haragán) y « Ama Llulla » (no seas mentiroso). Cualquier persona que transgrede estos principios debe ser severamente castigada. Ahora bien, estos fundamentos se desmoronan más en más al contacto con la sociedad moderna.


Esta perdida de valores se agrava cuando estas populaciones están desarraigadas, es decir cuando las familias deciden mudar hasta las grandes ciudades, con el sueno de encontrar mejores condiciones de vida. De hecho, en las grandes ciudades como Lima o Arequipa, las familias llegadas desde la sierra o la selva ya no pueden apoyarse en su sistema de normas, creencias y valores. Además, tienen también muchas dificultades para integrarse a la cultura “dominante” en el medio urbano: son pocos especializados para buscar un trabajo, su manera de hablar, bastante familiar, esta considerada como inapropiada, y sus valores son mal vistos, lo que engendra situaciones de discriminación. No solo se encuentran en la dificultad de incorporarse en un centro de trabajo decente pero también se encuentran con situaciones diferentes de su antiguo entorno rural, la del perjuicio del alcoholismo, la violencia, y además problemas sociales. En consecuencia, se ocasionan abusos de distintas maneras, especialmente en el ámbito familiar, lo que afecta directamente a los niños.


Después de una historia que, a menudo, les ha destruido y de la cual se fueron para irse a vivir en las calles, los chicos llegan en nuestra casa por diferentes caminos y motivos. Los primeros, fuimos a buscarles en la calle. Ahora que la casa está conocida, vienen por su propio medio o son traídos por sus padres, o enviados por el juez de familia..

Los padres de los chicos del hogar, si es que aun existen, se rehabilitan raramente de sus males. Los jóvenes tienen que construirse de otras maneras, eligiendo las opciones necesarias para su desarrollo espiritual, intelectual y físico. Pueden elegir de dejar la casa o permanecer en ella : las puertas de nuestra casa están siempre abiertas. Ellos tienen la facultad de decidir; pero si optan por quedarse en nuestra casa necesitaran a Dios y personas que les quieren y les respetan tal y como son, para crecer y desarrollarse.

El niño crecía en tamaño y en prudencia, seriedad, delante de Dios y delante de los hombres (San. Lucas)
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Para crecer delante de Dios, sin embargo, uno necesita conocer le. En cuanto a crecer delante de los hombres, deben de permitirlo.